Lo piensas, y todo se nubla. El mundo parece oscurecerse bajo un manto de irracionalidad, bajo una frustración palpable. Las manos te tiemblan, los ojos se difuminan. Jamás supe controlar esas situaciones hasta que ocurren, hasta que te acogen de manera lenta, suave, hacia la oscuridad.
Lo asocio a la oscuridad, al tormento que supone no poder pensar. Permanecer tumbado en el suelo sin querer escuchar nada. Odias todo, odias el ruido del ordenador, odias el ruido que hace la persona de al lado con su mera presencia. Lo odias absolutamente todo, incluido a ti mismo.
Y no hago más que pensar que soy un maldito monstruo que intenta hacer las típicas cosas de una persona normal. Que cuando se distrae lo hace todo como le sale por naturaleza, mal, horrible, del revés. Y te quedas como un puto pasmarote mirándote desde fuera y dándote pena por lo estúpido que puedes llegar a ser.
La gente que te conoce te mira con desconcierto, confusos ante esa situación que nadie es capaz de prever. Simplemente estás así, tu antiyo, tu pesadilla. No saber qué hacer con tu vida, creerte solo en un mundo que no está hecho para los débiles, para los que no saben qué hacer cuando no hay alguien al lado. Tu vida se fundamenta en una soledad ficticia, pero lo cierto es que siempre has conseguido tener a alguien a tu lado.
E incluso cuando lo tienes, temes sentirte solo. Pueden pasar meses hasta que te des cuenta, pero cuando llega, como siempre te pasa, te retuerces solo bajo la autotortura. Con la razón la naturaleza nos dio la ponzoña de nuestra muerte; la provocada, la que te consume mucho antes de que tu corazón deje de latir, la que te deja medio asfixiado en la cama, con los ojos llorosos sin explicación… simplemente absurdo.
Lo intento explicar, y se desmorona. Termino siendo como el resto, nunca saldrás por encima del resto. Joder, joder, joder joder. No puedo más, todo esto parece un puto chiste. Parezco uno de esos desequilibrados que terminan dando vueltas en una habitación sin esquinas. Parezco un demente, alienado al haber descubierto el absurdo. Parezco todo aquello que temo llegar realmente a ser.