Al principio
era divertido, un mundo virgen para empezar a ensuciar con mis experimentos. Frases
fuera de lugar, miradas indiscretas, viendo las caras descolocadas de la gente que
no esperaban mis impertinencias.
Poco a
poco, te acostumbras al día de la marmota, y cada día no deja de ser un nuevo
reto para salir de la normalidad de no tener nada asegurado, hasta convertirse
en una película con pequeños bonus tracks
escondidos entre una y otra edición.
Y con
cada edición, siento que pierdo habilidades.
Siento que
no termino de entender a la gente, y que tampoco parecen entenderme a mí.
Como si,
poco a poco, empezara a hablar un idioma completamente distinto al local.
No sé si
fue antes la gallina o el huevo, pero parece ser que se ha trasladado a mis
emociones. He perdido toda habilidad de saber por dónde salir, y de repente
encontrarme con situaciones absurdas que tengo que justificar ante la sociedad.
Tu jefe,
tu compañero, tu amigo, tu padre. Figuras que se disocian y con las que pierdes
el control indistintamente.
Todo se
va a la mierda, y sólo puedo editarlo, para darle aún más drama.
Escala de
drama, del 1 al 10. Ya no bajo del 8.
Por qué
ya no me salen escenas de una sociedad encapsulada con principio y final.
Porque mi
vida ha ganado en rutina, y perdido en arte.
Y no
parece importarme ni a mí, ni al resto del mundo.