Y así es como “mi país” me da la patada hasta más no volver.
Lo único que siento en estos momentos es vergüenza, vergüenza
por un país de mierda que me echa porque no quiere a nadie más en sus putos
restos consumidos de lo que antaño pudo ser algo parecido a una verdadera civilización.
Definitivamente, ya no queda nada de lo que fuimos, absolutamente
nada de lo mucho que nos ha ofrecido la historia. Ahora se meten con los
filósofos, los que forjaron tantas facetas del conocimiento que sin ellos ni
siquiera tendríamos conciencia de lo que hay más allá de las costas. El afán
por la investigación se desliza entre los dedos, y con ello las propias
esperanzas del país por ver que un español alcanza el colofón de un premio
universal.
Y todo esto, porque la educación se desploma. Día tras día
nuevos anteprotectos de leyes y mierdas de articulados van menoscabando la
forma que algún día tuvo la educación, basada en un auténtico texto de
principios. De PRINCIPIOS, ¡joder NADA DE IDEOLOGÍAS! Ni partidismos, ni
inclinaciones religiosas, ABSOLUTAMENTE NADA POLÍTICO QUE LES PUEDA PERJUDICAR…
espera. Tal vez sea eso. Tal vez lo que quieren es eliminar la autonomía
racional.
Y justo entonces he dejado de escribir. Hoy es 3 de junio de
2013 y acabo de barajar la posibilidad de que nuestra sociedad prefiera nuestra
ignorancia absoluta con el fin de manipular nuestras mentes, blancas,
maleables, completamente dependientes. No puedo decir que nunca me lo haya
imaginado, el gran George Orwell nos ha puesto a muchísimas personas los pelos
de punta imaginando una auténtica alienación involuntaria, con la cual ni
siquiera recordemos algo más que Eurasia y una guerra sin acabar. El Gran
Hermano, la policía del pensamiento… ¿Y si todo esto, por inimaginable que
fuera, esté ocurriendo?
Ahora mismo no sé qué decir, la impotencia irradia por cada
uno de mis poros mientras veo el resto de generaciones que nos quedan
consumirse al abismo. El resto de la historia que queda por contar se resume,
fácilmente, en manipulación en masa para el control oligocrático. En mi mente
tan sólo aparecen imágenes de violación, utilización y absoluto control de
masas inconscientes. Mis manos tiemblan, mi mente imagina a mis propios hijos
bramar estupideces partidistas. Si tan sólo pudiera hablar con uno de los
legisladores de esa aberración que llevan elaborando durante más de 20 años, lo
único que le diría es “Que te jodan por cultivar esta mierda de país, porque lo
único que vais a cosechar es mierda”.
Y lo saben, no me haga reír, claro que lo saben. Son perfectamente
conscientes de lo fácil que es la sociedad española de manipular con unas
cuantas cámaras y un comunicado estatal de hombres trajeados haciéndose llamar “legisladores”.
Con cada clase comprendo más la mierda en la que se consume la ley española, lo
violada que está siendo la Constitución y lo distorsionadas que quedan las
palabras de “libertad de pensamiento” y “bienestar social”. Cada día descubro
que más y más personas son ignorantes por elección, eligen un camino tan
sencillo como descompuesto, tan absurdo como masticado… tan estúpido como pensar
si quiera que eso es un camino.
No sé siquiera lo que estoy escribiendo. Estoy obnubilada,
con una resaca tan grande que una noche eterna de desenfreno e inconsciencia. Estoy
tan cansada que apenas tengo fuerzas para gritar. Sólo diré que mi verdadera pasión
por aprender comenzó en una de aquellas clases de filosofía donde el profesor infundía
un respeto inimaginable, y mi cara era de completa admiración por las cosas que
podía llegar a saber.
La ciencia o búsqueda del saber, filo-sofía.
Valiente mierda de política, de verdad. No puedo más que reírme, por dios, el
mundo se derrumba y nosotros mismos rompemos los putos pilares. Ahora además de
vagos de mierda, los españoles seremos, y esta vez con razón, unos jodidos
incompetentes. Gente inculta, pero de la que no quiere saber porque no les han
enseñado a quererlo. Por muy estúpido que suene, cualquier persona tiene que
haber tenido un estímulo en su vida para descubrir más allá de lo que se le
ofrece a simple vista.
Y… ya está, aquí me quedo por hoy. No tengo ni ganas ni
tengo oyentes, ni siquiera siento que tengo voz. Como hoy día, la manifestación
del individuo queda relegada a unas voces de unos perroflautas ahogadas en la
miseria.