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Esperar en un mundo que no trasciende de una puerta de mierda

jueves, 13 de octubre de 2016

What about those days

Esos días en que el mundo grita en silencio. Cuando quieres escuchar y no oyes nada. Salvo a ti. Tu eterno compañero. Hasta el fin de tus días.

He perdido un pedazo de mí por el camino. Lo siento, siento su ausencia. Acaricio la marca que me ha dejado, como una dentellada. La acaricio y todos los recuerdos vuelven en ráfagas. Voces, risas, frases congeladas. Ahora sin sentido. Vacías.

La reconfortante sensación de enterrar tu cara entre tus manos y soltar un llanto desgarrador. Soltarlo todo, oírte sufrir. Y sentirte mal. Querer abrazarte, ayudarte y decirte que todo saldrá bien. Que un día vendrá ese que llaman tiempo y que de alguna manera maravillosa cubrirá esos amargos recuerdos de un borroso manto. Traslúcido, nunca opaco, siempre presente. Ojalá se hubiera llevado eso y no ese pedazo de mí.

Me río al pensar qué mierda me deparará ahora la vida. Si tiene otra de estas preparadas, guardadas en un cajón lista para ser estampada en mi cara. Cuando vaya andando por la calle, sin destino fijo, y de repente me suelte el ostión. De esos que te obligan a recuperar el equilibrio, que te quedas como gilipollas porque no lo habías visto venir. A ver cuándo cojones me va a soltar otra de estas.
A lo mejor no debería confiar en nadie. Sería la opción fácil, ¿No? No volver a entregar tu corazón. Ese que ahora lo tengo frío, cubierto de escarcha, que sólo suspira un par de palabras al día entre un mar de sufrimiento. A lo mejor debería aislarlo del mundo para que no vuelva a sufrir. Sería lo justo, porque no se merece nada de lo que le ha tocado vivir.

Igual debería dejarme llevar, inerte sobre una corriente que no se para a pensar en mis problemas. Flotar como me encantaba hacer en la piscina de mi amiga, con el suave sonido del agua como banda sonora. Igual encuentro nuevos lugares en los que olvidar mis pensamientos y despedirme de mi puta soledad. Y mientras tanto, dejar que mi corazón se cure él solo con ese al que llaman tiempo.


Jamás me sentí preparada para afrontar esto. Touché, igual me lo merecía por imbécil.