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Esperar en un mundo que no trasciende de una puerta de mierda

domingo, 11 de agosto de 2013

Y esta, va dedicada a la música

Normalmente distingo lo que me gusta de lo que no por la reacción de mi cuerpo. Algo tan sencillo como la piel. Si se me eriza, debe ser brutal. Lo que te arranca una fuerte inspiración, te encanta, te envuelve y te canta hasta el fin de los tiempos. Aunque, cabe decir, que no todo lo que escucho tiene tanta trascendencia corporal.

Ignoro los orígenes exactos, ni la verdadera intención de los buenos músicos (hasta donde me puedo imaginar, me pierde la impotencia por la ignorancia), pero puedo adivinar que pocos son los que buscan erizar la piel a sus espectadores, porque no es precisamente la música más alta, más ruidosa o más repetitiva, sino, al menos para mí, la que tiene un pedacito de su alma.

Hay que decir, que me gusta el death metal, el rock y metal clásico, las baladas, epic metal y tal vez trash, incluido el nu metal, grunge, rock alternativo, pero también la música clásica, las canciones híbridas con un montón de estilos pero con piano o guitarra… tengo una enorme diversidad y cada día descubro otro género, pero lo que siempre busco es sentir que el grupo me está dando algo de ellos. Sí, especialmente el metal me dice mucho más que una canción estándar.

Porque yo cuando escribo, dejo algo de mí, espero que el resto lo hagan conmigo. No por retribución (ni mucho menos), sino por una cuestión de perfección. La verdadera música es la que te arranca algo, tanto para bien como para mal. Un cantante gritando en una buena canción puede estar clamando al mundo por su autodestrucción, la mano del hombre guiada por el afán de poder, del mismo modo que una balada se convierte en una elegía por la persona que no está o por lo fugaz que puede ser la vida vista como un tren. Que te dicen mucho, joder, y poco a poco cambian tu modo de ver las cosas.

Hay veces que pienso que al escuchar una canción sacas más de una persona que si quedaras con ella en un café y le hicieras un cuestionario hasta que os obligaran a salir porque tienen que cerrar. Otra forma de ver a la gente, parecido a leer una obra lírica del autor. Es otra cara, no la cara social, sino la propia cara interna.

Lo irónico del arte es que no necesariamente te hace sentir mejor cuando lo practicas, puesto que no siempre decides lo que quieres dejar plasmado. Una pintura, un largometraje, una fotografía, una canción, una obra de teatro, un libro, un baile, un beso… ¿por qué no un beso? Incluso el sexo es arte. Pero de eso puede que hable en otra ocasión, porque esta va dedicada a la música.

Hay muchos tipos de conciertos, pero lo que tienen en común es la expectación de los miembros protagonistas. Lo que esperan, lo que no, y lo que realmente se produce. Siempre pienso (pícaramente) que los músicos nunca obtienen lo que desean, porque su rendimiento es mucho mayor al perceptible. Si no te sale como quieres, te pasas horas, días y meses practicando, y siempre queda un deje de perfección incompleta. Cuando un espectador llega y les dice “me ha gustado, ha estado genial” no creo que obtengan todo lo que quieren como mínimo recibir. Yo les entiendo, es una cuestión de proporcionalidad, autoexigencia y no conformismo con uno mismo.

Porque si hay algo en lo que creo es en que una de las facetas del arte que más me gusta es la realizada por personas atormentadas. Personas que tienen una idea en la cabeza que nunca termina de desaparecer, atormentándoles por no poder salir en condiciones. Y se pasan la vida intentándolo, frustrándose y perfeccionando lo imposible. No digo que únicamente sean estos los que me gustan, sino que especialmente me llaman la atención. Puede sonar un poco sádico.

Y como muchas veces en la vida, se hace necesario variar, para lo que viene genial escuchar esas canciones que te hacen sonreír sin que te des cuenta. Tanto talento como las que te encogen y acongojan el corazón. Las que te recuerdan tu vida como una película antigua, las que profundizan en cosas que consideras banales o en personas que no sabes lo muchísimo que amas hasta entonces. Joder, claro que son necesarias, mi vida es una barca y unos pies en el césped del mismo modo que es una tarde lluviosa en una calle empedrada.


Para todos estos momentos, siempre la música se sentará a tu lado y se tomará, con gusto, otra copa contigo.

1 comentario:

  1. Gracias a esta lectura, he conocido varios estilos nuevos para mí, algo veterana como para estar al día de todo lo que suena: el nu metal, el trash, y el epic. Creo que no son santo de mi devoción, pero entiendo que los que se empeñan en ellos le echan muchas ganas y autoexigencia.
    El resto me parece muy sentido y con ganas de dejar poso. Insiste, que llegarás lejos.

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